Gorditas y Gorditos lectores, no hubo fútbol el fin de semana y aunque no fue motivo de celebración, hay que admitir que la mayor parte del equipo se levantó ese sábado lamentando la larga madrugada el viernes y rezando po una suspensión que permitiera dormir hasta tarde.
Entonces, como el blog es tambien CULTURAL, transcribiré un cuento de mi autoría para que se entretengan en la semana leyendo algo... Dirán, pero este pelotudo se cree que puede poner cualquier cosa..Ojo!Prometo no romper tanto las pelotas con estas cosas....espero guste
Shadow Flame
Por La Garza
Fue otra tarde primaveral y futbolística típica: soleada, con poco viento y quizás algunas nubes en el cielo, pero apenas algunas, como para refrescar la cabeza cuando los rayos del sol te quemaban los pelos.
A todos nos gustaba jugar en esos días, porque además de disfrutar de las bondades de dormir hasta tarde el sábado a la mañana, las canchas se llenaban de chicas lindas, con anteojos de sol, polleras blancas y musculosas que no dejaban mucho lugar a la imaginación.
En esos días, sacar un lateral era una invitación a admirar más de cerca esos cuerpos sensuales, tan desprovistos de ropa y que en apenas segundos podíamos imaginar desnudos bañandose en una ducha de vestuario de mujeres.
Fue una tarde así, en la que luego de perdernos el ascenso (aunque empatamos, pero está esa regla de mierda, del empate que favorece al que está en la categoría mayor..por favor…) contra el equipo de “Los Tomates Asesinos” a la B en la que todo ocurrió.
El partido lo jugamos como debe ser cualquier partido de ascenso, a pura garra y pelotazo. Fue Pablo el que mojó para nosotros, luego de conectar un centro atrás, proveniente de una escalada fenomenal desde mitad de cancha de Rodrigo.
Después de eso, todo fue aguantar… y aguantamos hasta que en el último segundo de descuento, el 9 de ellos , uno de esos gorditos que no corren, que se la pasan adentro del área esperando y molestando a los centrales con pataditas o piropos a tu vieja pero a la primera que tienen, te la mandan a guardar a una esquina, amagó a saltar para cabecear un centro y como vió que no llegaba se tiró en una pirueta digna de bailando por un sueño, simulando un agarrón y el juez, compró y cobro el penal.
La situación se fue de las manos, Carlos y Andy saltaron inmediatamente sobre el árbitro que si no hubiera sido por los dos líneas que corrieron a salvarlo, hubiese sido linchado ahí mismo en el área chica.
Fue el mismo 9 el que se paró frente a la pelota y con un zurdazo al palo opuesto al que voló Nico, sentenció el 1 a 1 y fue el mismo gordito, el que se dio vuelta y se encargo de gritar en nuestra dirección su descargo del gol (actitud que pagaría caro).
No pudimos ni sacar. El juez dio por terminado el partido apenas tocamos la pelota y mirá si estaría caliente la cosa, que la mitad del equipo se fue a buscar al 9 y la otra al juez que había logrado un poco de ventaja pitando desde la línea del lateral para correr rápido a la combi que llevaba a los jueces.
Yo me quedé en la mitad de cancha y me fui caminando a donde teníamos nuestras cosas para cambiarnos. No soy de peleear, no me gusta yo soy mas choto, mas maraca, la procesion conmigo va por dentro, la ulcero, pero no peleeó.
Poco a poco fueron acercándose los demás, que venían de sus respectivas batallas post-partido con el juez o con el gordito 9. Lucas, Carlos, Gony, Nico, Andy.. todos llegaban de a poco, la mayoría puteando..
El último en llegar fue Javito. Se sentó, como siempre tranquilo y empezó a sacarse primero los botines, luego las venda.
Era raro, porque no me acordaba de Javi llendo a buscar al juez o al 9 después del partido… al juez lo tenían visto Andy y Carlos ya.. y cuando termino todo se les sumaron Pablo, Lilo y Gonzalo y al 9 me parece, lo encararon Roca, el Bebo, Tom,Nacho y Santu, pero a Javito no lo ví.. Igual, mirá, en esos partidos se le salta la cadena hasta al más tranquilo, en una de esas estaba apurando al 7 de ellos, que en más de una oportunidad lo había vuelto loco al Javi corriendo todo el partido y haciéndolo realizar un esfuerzo sobrehumano para que no se le escapara.
Pero Javi era un tipo tranquilo, un pan de dios, seguramente había ido a mear. Le decíamos Shadow porque se ubicaba en la parte de la cancha donde daba la sombra, pero no era ningún pajero ni pecho frío e! No señor, tenía huevos! Mira si tenía huevos, que el tipo era capaz de recibir una pelota en el área nuestra, en pleno ataque contrario, esas pelotas que queman y en vez de tirar el pelotazo a la mierda como haríamos todos, el Javi levantaba la cabeza, buscaba a un volante y se la entregaba, mansita para salir rápido de contraatque….acariciaba la pelota Javito, la trataba como a su vieja, como a una mina, un romántico.
Me dió mucha pena. Ese año, Javi se habia roto las dos rodillas y estaba muy enojado, amagando con dejar de jugar, pero después aflojó, volvió y se entusiasmó mucho cuando nos metimos en la promoción, por eso, me imaginé, que estaría muy mal.
Y esa tarde, después del partido, sentados cambiándonos, mientras los lamentos eran egoístas, Javito , cabisbajo, sereno como era él, pero seguramente ido de dolor y tristeza, jugaba con un encendedor zippo, lo encendía y lo apagaba. Pensaría… que de la misma forma que se enciende, una llama se puede apagar, llevándose consigo todos los sueños de iluminación, en lo rápido que algunas cosas se terminan…en lo efímero de la vida… en el gordo hijo de puta del 9 que le gritó el gol en la cara…en la cara! Eso no se hace...
Sentí la necesidad de decirle algo, algo que le levantara el ánimo.
Así que fuí, le puse una mano en el hombro y le dije: “No te preocupes Javi, estas cosas pasan… el 9 ese es un pelotudo… no te preocupes… Dios sabrá que hacer con el gordo boludo ese..”
No me dijo nada, solo asintió con la cabeza.
Terminé de cambiarme, y después de saludar y prometernos entre todos una noche de borrachera para olvidar lo sucedido, enfilé hacia el estacionamiento que para mi sorpresa, estaba lleno de personas. No hice 5 metros cuando escuché el sonido de la sirena y vi las primeras columnas de humo que venían del estacionamiento, un auto ardía en fuego y su dueño ahí cerca corría desesperadamente con bidones de agua para apaciguar las llamas.
Corrí desesperado para ver mejor pero a poco de llegar, el auto explotó hechando la tapa del capó unos 50 metros en una onda expansiva que me sentó de nuevo en el piso a mí y al dueño que cuando se incorporó me di cuenta que era el gordito del otro equipo…
Apenas tuve tiempo de razonar lo que pasaba, cuando sentí una mano en mi hombro, la misma mano que había estado jugando con ese encendedor zippo y la voz de Javito diciéndome: “Y bueno… a veces a dios, hay que darle una mano…no?”
